Autor: patricia restrepo

El solsticio de invierno marca un cambio trascendental en nuestros hábitos de nutrición y estilo de vida. Es la época de más oscuridad con menos horas de luz, más humedad y frío.

La menopausia, el cese de la menstruación, tiene una correlación fisiológica con la disminución de la secreción de estrógenos por la perdida de la función folicular. El climaterio es la fase de transición entre la etapa reproductora y la no reproductora de la mujer. Durante la menopausia los ovarios dejan de producir óvulos y producen menos estrógenos y progesterona.

Empieza a caer la tarde mucho más pronto, los días se acortan, las horas de calor disminuyen, el aire empieza a transformarse de calor a frío. En la memoria quedaron los días de playa, los helados y batidos refrescantes, ya ha llegado el otoño.

Con la llegada del verano, una de las partes de nuestro cuerpo más expuesta y vulnerable es la piel. El sol, la humedad, la sal del mar o el cloro de las piscinas pueden dañar esta zona tan sensible que requiere de cuidados especiales. Es el órgano más grande de nuestro cuerpo y se debe mantener en un estado saludable,

Hidratarnos no significa beber grandes cantidades de agua. El agua es un nutriente esencial, pero no solo está presente en el líquido transparente que bebemos de forma habitual. Es determinante saber cuales son nuestras necesidades reales.

Equilibrar el peso de forma saludable no se refiere en ningún momento a un canon estético que responde a un mundo agresivo donde se busca satisfacer una imagen que crea esclavitud y está desconectada de nuestra realidad.

Durante la primavera es muy común la falta de vitalidad o las alergias al polen y ácaros entre otras. En realidad, estas disfunciones estacionales son el reflejo de un sistema inmune débil que no funciona adecuadamente.

Cuando bajan las temperaturas el organismo tiende a funcionar más lento. Los cambios bruscos de temperatura debilitan el sistema inmune y somos más propensos a sufrir infecciones. Te proponemos 10 ingredientes para ayudar a estimular el cuerpo en invierno. 

Según la macrobiótica, los alimentos, las personas y todo lo que nos rodea está clasificado por su cualidad energética. Si nos centramos en los alimentos, existen los alimentos que nos enfrían y otros que nos calientan, lo que en macrobiótica es conocido como yin y yang.

En la menopausia y pre menopausia deberíamos nutrirnos considerando más los valores energéticos emocionales: evitando la carne, aves y alimentos horneados y, en general, todo lo que esté muy seco y deshidratado, evitando lo muy yang y el extremo yin: azúcares simples, comida en brote, con hormonas añadidas…

El sabor amargo, presente en los alimentos tostados: achicoria, diente de león, endivias y otras verduras, es tonificante del hígado y de las funciones cardiovasculares.

Con el cambio de estación también cambian las condiciones en las que crecen las verduras y las frutas. Cuando llega el verano, el mensaje es claro: la alimentación debe contener más líquidos para que nos refresquen y nos hidraten.